En su esperada carta, el obispo de Caacupé Ricardo Valenzuela, aprovechó la presencia de autoridades para exigirles el cumplimiento de sus promesas electorales, especialmente para responder a los problemas de hambre, enfermedad, falta de empleo digno e inseguridad. En general, se refirió a una política económica razonable “para estar mejor” y no peor, en alusión a la campaña presidencial de Santiago Peña.
Durante la misa central, el obispo Ricardo Valenzuela habló sobre los primeros meses de gestión de las autoridades nacionales electas este año, muchas de ellas sentadas al frente de la explanada de la Basílica Menor, como el caso del mandatario Santiago Peña y el vicepresidente, Pedro Alliana, quienes estuvieron acompañados de varios ministros.
El religioso advirtió que el tiempo corre y no se detiene, por tanto es imperioso avanzar con acciones para sacar el pueblo adelante.
“Todos reconocemos que el pueblo paraguayo es noble y generoso; cree en las promesas electorales; es paciente y sufrido; pero no es prudente abusar de la confianza depositada en ustedes”
En ese sentido apeló a los gobernantes a que asuman los problemas del país, cuyas soluciones no pueden demorarse. Por ejemplo puede aumentar la deuda externa y transformarse en “eterna”, así también seguirá creciendo el déficit fiscal y fluctuando el precio de los combustibles.
“Así también, si no se pone en marcha una política económica razonable la injusta pobreza crecerá y nuestra gente no estará mejor sino peor”, arremetió el obispo haciendo alusión a la campaña electoral del cartismo que se resumía en la frase “Vamos a estar mejor”.
“Cuando los malvados gobiernan, la gente sufre”, lanzó.
“El progreso y las inversiones se expandieron y alcanzaron a grandes sectores de la sociedad, pero hay siempre un importante segmento de la población que carece de los más básicos recursos para una vida digna. Ya pasaron siete gobiernos, de cinco años, en democracia; y en todo ese tiempo no supimos frenar la sangría de la corrupción que está volviendo anémica al país”, reclamó.
Inseguridad
También habló de la inseguridad reinante en el país que pone en zozobra al pueblo con delincuentes, motochorros y asaltantes domiciliarios que tienen en jaque a barrios enteros de poblaciones vulnerables.
Al respecto criticó que no se observa una voluntad política para mejorar la situación, sino más bien “una apatía que ya empieza a repercutir en la paciencia colectiva”.
A su salida tras la misa, el mandatario Peña no respondió a las consultas de la prensa sobre la homilía y la carta del obispo Valenzuela.
Muchas quejas por los feligreses que no pudieron acceder a la explanada de la Basílica a raíz de la seguridad implementada por los custodios del presidente Peña en los alrededores del Santuario.
Peña salió “mudo” de la misa de Caacupé
Un importante operativo de seguridad se montó en la explanada de la Basílica hasta donde llegaron el presidente Santiago Peña, el vicepresidente Pedro Alliana, y el fiscal general del Estado, Emiliano Rolón, y el ministro del Interior, Enrique Riera, y otras autoridades nacionales, locales y departamentales.
Poco antes de las 6.00, hora marcada para el inicio de la misa central en honor a la Virgencita Azul de Caacupé, llegó hasta la Basílica Menor el presidente Peña, acompañado de su esposa y primera dama Leticia Ocampos.
Junto al mandatario también llegó el vicepresidente de la República, Pedro Alliana. Un poco más temprano llegaron varios ministros como el del Interior, Enrique Riera; el de Educación, Luís Ramírez y la ministra a Obras, Claudia Centurión.
También estuvieron presentes el ministro de Justicia, Ángel Barchini; de Salud, María Teresa Barán; de Defensa, Óscar González y el presidente de Petróleos Paraguayos, Eddie Jara, entre otras autoridades del Ejecutivo de turno.
Miles de feligreses llegaron hasta la capital espiritual del país para acompañar esta celebración. La vigilia fue acompañada con mucho fervor y alegría. Música, baile, serenata, y fuegos artificiales sirvieron para pasar con entusiasmo las horas de madrugada.
Desde el inicio del novenario, el mensaje de la Iglesia Católica estuvo dirigido a los problemas sociales de larga data y que hasta la actualidad no tienen solución como la falta de agua en el Chaco. También expusieron el alto nivel de violencia con la ola de feminicidios.
También se criticó duramente la corrupción y el despilfarro de dinero en la administración pública.
El pueblo espera mucho más del presidente Peña, quien se ha mostrado muy tibio en sus intervenciones que afectan al pueblo, y al término de la misa, se excusó de responder sobre la carta leída por el monseñor Ricardo Valenzuela.
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Ante la mirada atenta del primer anillo del Gobierno, el obispo Ricardo Valenzuela inició la lectura de su nota dirigida al pueblo paraguayo, poniendo especial énfasis en la dura situación que se vivió a causa del mal manejo administrativo y financiero de los recursos por parte de las autoridades en plena pandemia del coronavirus que dejó casi 17 mil fallecidos.
Esta vez apuntó a Salud, Educación, inseguridad, tratado de la Itaipú entre otros puntos sensibles que afectan de sobremanera al pueblo paraguayo y que no son atendidos por los gobernantes de turno.
CURAR LA CORRUPCIÓN
En esta tercera carta titulada “Organizar la esperanza”, que el obispo realiza en el marco de la festividad mariana, pidió que los políticos y los gobiernos dejen de lado el sectarismo, los privilegios, la riqueza mal habida, y que trabajen para el pueblo, buscando el bien común.
El obispo Valenzuela fue tajante en su crítica contra el mal uso del dinero público durante la pandemia del coronavirus y recibió el aplauso de los miles de fieles que acudieron hasta la Villa Serrana para reecontrarse con la Virgen después de la pausa obligatoria por la pandemia.
“La corrupción también mata, aunque para ello no adquiere una forma similar al Covid 19. Y como toda enfermedad, es posible también encontrar la forma de curar la corrupción”, dijo.
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La misa central por la Solemnidad de la
Virgen de Caacupé 2020 se celebró a puertas cerradas por primera vez luego de
más de 100 años, cuando el país se vio afectado por la gran gripe española.
“Vivimos en una época absorbida por el mundo,
nos dejan ciegos y no percibimos lo que sucede a nuestro alrededor, cómo el
intento de instalar la legalización del aborto, que constituye una amenaza a la
racionalidad, pues agrede vida y familia”, sostuvo Valenzuela.
El religioso pidió la suficiente fuerza para
combatir la corrupción, el narcotráfico, el lavado de dinero, el abuso de
menores, secuestros, violencia contra la mujer y todo tipo de males, a fin de
que la paz vuelva a reinar la paz en los hogares.
El monseñor también pidió llegar a un
consenso para hallar soluciones a la pobreza, la injusticia y la depredación de
bosques, que ponen en peligro el futuro.
Además apuntó a los amaños en esferas
judiciales y solicitó que fiscales y jueces, sean audaces y combatan
decididamente la corrupción, para que el Paraguay, esté limpio y exento de
compras de justicia
Valenzuela consideró que la pandemia del
Covid hizo más visible la realidad del país y que la salida está en manos de
todos.
“La dimensión de los problemas a los que nos
enfrentamos requiere soluciones que cuenten con la participación de todos y
cuyos beneficios también puedan ser disfrutados por todos. Estamos en el mismo
barco y solo es posible salvarnos a nosotros mismos, si todos colaboramos para
que todos se salven”, mencionó.
CARTA AL PUEBLO PARAGUAYO
Ricardo Valenzuela, emitió una carta al
pueblo paraguayo cargada de fuertes mensajes contra las autoridades y políticos
por la realidad social del país. Fue este martes al culminar la misa central en
honor a la Virgen de Caacupé.
El religioso inició su escrito mencionando que
este año 2020 se tornó muy «complicado, difícil y cargado de
incertidumbre», un año marcado por la amenaza a la vida por la pandemia
del Covid-19.
Señaló que este mal que afecta a la salud
pública se suma al rápido deterioro de la moral pública y privada que
involucra, últimamente, incluso a algunas investigaciones científicas que
prescinden de la ética para orientarse hacia el bien.
«En esta misma perspectiva, se observa
el interés económico insaciable de algunos líderes que buscan sacar rédito de
esta situación, razones que arrojan dudas respecto a diversas explicaciones
ensayadas, aún aquellas aparentemente fundamentadas», sostuvo.
En ese sentido, mencionó que Cristo sale al
paso de estas actitudes y acciones humanas egoístas denunciando con claridad
que “nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro;
o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al
dinero” (Mt 6,24), ejemplificó.
No obstante, afirmó que, pese a la situación de crisis,
las bendiciones «llegaron generosamente» a todo el país.
«Pudo haber sido peor nuestra situación
en la pandemia, pero la fe del pueblo es siempre tan firme y constante que las
estadísticas comparativas nos tranquilizan bastante hasta ahora», dijo.
Señaló que los episodios de dolor son
inevitables en estos casos de contagio fácil por falta de una vacuna
preventiva, por lo que hizo llegar sus más sentidas condolencias y oraciones
para todas las familias que perdieron a seres queridos.
IMPUNIDAD Y NARCOPOLÍTICA
El obispo dijo que se observa con tristeza
tantas muertes en los hospitales, tanta precariedad de infraestructuras en la
Salud Pública, a pesar de la cantidad de nuevas unidades sanitarias habilitadas
para combatir la pandemia de la Covid-19.
“Tantos profesionales de la Salud sin suficientes
elementos de trabajo y bajo salario, tanta corrupción en medio del dolor, tanta
impunidad en torno a la narcopolítica, que aprovecha la concentración de la
opinión pública en la agenda única de la pandemia para que políticos recluidos
recuperen no solamente sus libertades, sino también sus bancas en el Congreso
de la República y todo tipo de privilegios, despreciando el Estado de Derecho y
desafiando las Palabras del Señor”, señaló.
Los diputados
que volvieron al congreso son Ulises Quintana (Alto Paraná) y Miguel Cuevas
(Paraguarí), ambos colorados, quienes afrontan procesos por varios hechos
delictivos y estuvieron presos en la prisión militar de Viñas Cué y en la
Agrupación Especializadas, respectivamente.
Según Valenzuela, la narcopolítica “es lastre y pesada carga para nuestro sufrido país”
al tiempo de recordar que el papa Francisco suele exclamar: “Pecadores sí,
¡corruptos no!”.
En ese sentid, el obispo explicó que “todos somos pecadores llamados a la
conversión, pero el corrupto es aquel que hace del pecado, del fraude, del
contrabando, de la injusticia y del uso y abuso del poder un sistema endémico
como un cáncer que hace metástasis”.
Agregó que no debemos dejar que el país “zozobre por unas cuantas almas sin
piedad” y aseguró que el infortunio no se enamoró del Paraguay.
“Este paraíso llamado Paraguay, lleno de riquezas naturales, de gente linda, cordial, productiva y pacífica es resultado de la integridad de la creación, es producto del amor de un Dios bueno y de las bendiciones de la Virgen María que se solidariza constantemente con su pueblo cuando sufre con sus dolores y se alegra con sus triunfos”, concluyó con su fuerte mensaje a las autoridades de turno.
Valenzuela arremetió contra la corrupción y exhortó a justa renegociación en Itaipú
El obispo de la diócesis de Caacupé, Monseñor Ricardo
Valenzuela, reservó las más duras críticas para el final de la misa central en
la Basílica de Caacupé. Leyó una dura carta dirigida al “pueblo paraguayo”.
Primeramente, dijo que “nuestro país vive un período de hondas preocupaciones,
inquietudes y tensiones que afectan a nuestra sociedad en los órdenes político,
económico, social y humano”.
El primer punto de crítica fue la negociación del Anexo
C del Tratado de Itaipú. Al respecto, dijo que los acuerdos internacionales
deben realizarse siempre con miras al bien común superior de la humanidad, pero
sobre todo para favorecer a nuestros compatriotas. Dijo que Paraguay firmó esos
tratados para que los gobiernos de turno obtengan recursos fabulosos de la
venta de energía a precio justo; “no para recibir de lo que sobra de aquel que
pretende acapararlo todo, sino para impulsar proyectos de desarrollo capaces de
mejorar el nivel de vida de la población”, añadió.
Agregó que a lo largo de estos 50 años la firma del
tratado generó indiferencia y desconfianza por parte del pueblo, sobre todo con
respecto a la futura renegociación probable del Anexo C. “Según los expertos,
es una oportunidad brillante de obtener excelentes recursos para impulsar el
desarrollo nacional y salir de la pobreza. Es aquí donde necesitamos mayor
transparencia, más pericia, mejor control, mayor firmeza y estatura moral de
las autoridades para lograr ese objetivo, que ya es un anhelo de todo nuestro
pueblo.
Por tanto, si no actuamos con espíritu de honestidad y
unidad por el bien común, perderemos definitivamente con la futura
renegociación del Anexo C la oportunidad de sacar a nuestro pueblo al menos de
la extrema pobreza. Por ello, para el 2023, solicitamos que los que nos
representan actúen con la máxima claridad, habilidad, hondo patriotismo y de
cara al pueblo”, agregó.
Mucho
dinero en pocas manos
Por otra parte, también puso énfasis en la mala
distribución de las riquezas y en la poca cantidad de ofertas laborales para
los más necesidades. “Dicen las estadísticas que disminuyó un poco la cantidad
de pobres, medidos a partir del ingreso, pero seguimos con más de un millón
ochocientos mil pobres entre nosotros; mientras poquísimas personas acumulan
riquezas que ni siquiera están en condiciones de manejar y controlar y menos
aún de convertirlas en inversiones para generar fuentes genuinas de trabajo
para los miles de desocupados”, manifestó.
En ese sentido, dijo que los profetas no están a favor
de la “lucha de clases”, sino en contra de la indiferencia del que más tiene
hacia el hermano indigente. “Los que tienen la capacidad de amasar inmensas
fortunas están llamados a ocuparse del que no tiene nada o puede menos a través
de inversiones y creación de puestos de trabajo para que todos puedan vivir con
la dignidad de los hijos de Dios”.
También lamentó que haya gran cantidad de jóvenes sin
trabajo, pese a poseer idoneidad y capacidad, lo cual los obliga a emigrar al
extranjero o “engrosar” las planillas políticas del Estado. “Obligados a vender
su conciencia por una insignificante paga y a hipotecar su prestigio y su
talento. ¡Basta de mezquindad con el dinero, basta de acumulación excesiva de bienes
improductivos en manos de pocos! ¡Basta de especular con la necesidad y
angustia de los pobres para despojarlos de sus escasos bienes y empujarlos de
esa forma a vivir cada vez de peor manera!”, fustigó.
El obispo de Caacupé señaló también que no le convence
el dicho de que el paraguayo no trabaja por haragán, puesto que apenan las
interminables filas de ciudadanos que buscan trabajo en los pocos llamados
realizados por el Gobierno. “La mayoría de ellos se retiran frustrados de esas
convocatorias, pues solo hay lugar para unos pocos. Hay rubros inexplotados,
hay demandas insatisfechas y mucha capacidad ociosa, pero así como algunos
tienen la responsabilidad de orientar las inversiones hacia cuestiones
creativas e innovadoras, existe también la responsabilidad dirigencial de los
trabajadores de mantenerse firmes en la exigencia del salario justo y digno
porque, como dice el apóstol Pablo, “el obrero tiene derecho a su salario” (1
Tim 5,18). Recordemos que para la Iglesia la justa remuneración es la esencia
de la ética social, además del derecho a descanso, al seguro y a la pensión de
vejez. No hay que postergar la jubilación”, añadió.
Impunidad
reinante
Asimismo, Mons. Ricardo Valenzuela destacó que es
responsabilidad de los empresarios y los funcionarios del Estado orientar las
inversiones a fines productivos que permitan el crecimiento de una economía,
que hoy se está “nutriendo abusivamente del contrabando, el narcotráfico, la
evasión y la corrupción, males estos que tienen asegurados su continuidad
mediante la impunidad reinante”.
“Ya lo dijo un delincuente recientemente extraditado:
el Paraguay es el paraíso de la impunidad. Allí todo se compra”, lamentó, pero
acotó: «Vamos caminando y mejorando lentamente”.
El
problema de la tierra, sin solución
Por otra parte, también puso mucho énfasis en el
problema del campesinado y la falta de tierras. Dijo que el Indert hoy proyecta
“obras de corrupción y estafas”. “Además, se suma la codicia de empresas que,
expulsando a los ocupantes indígenas y campesinos para poseer todo, terminan
convirtiendo a la tierra en una mercancía valiosa, motivo y causa de
conflictos, represión, y a veces con consecuencias muy dolorosas”, agregó el
obispo.
También dijo que a todo ese conflicto se suma el hecho
de que muchos compatriotas ya han completado el pago de sus terrenos pero
siguen aguardando sus títulos para vivir tranquilos en una propiedad
legítimamente conseguida.
Mons. Valenzuela resaltó que verdaderos “emporios
económicos” siguen creciendo mediante la combinación de la tecnología costosa,
tierra generosa y autoridades complacientes con la degradación ambiental.
“Talan miles de hectáreas, secan ríos y esteros, queman campos y arrojan basura
en cualquier parte, sin consecuencia alguna para los autores. Esto debe
detenerse, el planeta tiene también fecha de vencimiento; no creamos que puede
soportarlo todo”, advirtió.
Por otra parte, el obispo también lamentó que los
funcionarios, “que deberían trabajar con empeño y honradez, siguiendo
directivas precisas de la Constitución”, terminan en la cárcel por hechos de
corrupción en la administración de las tierras públicas o renuncian en medio de
escándalos.
“Señores responsables de la conducción política y de la
conducción económica del país, no pierdan de vista las lecciones de la historia
en materia de hastío social y no dejen de ver la triste realidad de países que
aparentan vivir en el paraíso y que, repentinamente, se ven envueltos en
estallidos sociales con lamentables saldos de valiosas vidas; todo por no tener
la visión y la sensibilidad necesarias con las demandas del pueblo. Esperemos
que nada parecido suceda aquí, porque si llegare a suceder, no podrán sacarse
de encima la responsabilidad moral y política que ello conlleva”, dijo haciendo
a referencia al contexto regional y las crisis que se desarrollan en varios
países de Latinoamérica.
¡Ni
una más!
Saliéndose su la carta redactada y difundida antes de
su lectura ante los fieles, Monseñor enfatizó en la necesidad de eliminar esa
violencia e hizo un llamado urgente a “que no haya ni un solo feminicidio, ni
uno solo”.
“La violencia contra la mujer y las niñas debe parar,
esto debe terminar, ellas nos traen a la vida, son nuestra compañía y apoyo en
los momentos difíciles. También son nuestra ilusión y forman parte de nuestros
sueños. Tienen la sensibilidad que nosotros los hombres no tenemos. Por eso
querido kuimba’e, tratale bien, con delicadeza y con cariño, dedicale una frase
un poema o una postal en su cumpleaños o en cualquier otra ocasión, ya sea tu
abuela, tu madre, tu esposa, tu hija, tu amiga. Es una mujer la más bella flor.
Gracias a ti mujer, a ti que eres fuente de alegría, que nos inspiras y llenas
de amor cada día, que perfumas el aire que respiramos con tu presencia, haces
que la vida sea mucho mejor. Gracias mujer”, declaró y fue largamente aplaudido
por los presentes.
En ese mismo sentido, luego continuó diciendo que es
momento de encarar programas de defensa de las personas vulnerables, mujeres,
niños y ancianos para una mejor atención a sus necesidades esenciales. “Como
Iglesia tenemos la obligación de resguardar efectivamente sus derechos y de
protegerlos solidariamente si fuere necesario hacerlo, ya que el Estado parece
indiferente frente a sus dolores y abandono. Ninguna persona que se precie de
ser católica y venera a la Virgen de Caacupé debe infravalorar y menoscabar el
mérito, la valía y el potencial humano de la mujer como hija, hermana, esposa y
madre”, resaltó.
Imperante
corrupción
Por otra parte, volviendo a los cuestionamientos
políticos, dijo que actualmente estamos en una emergencia nacional que requiere
soluciones y medidas a corto, mediano y largo plazo. Por ello, los partidos
políticos deben reparar lo antes posible el “quiebre del liderazgo y la
persistente inestabilidad, unidos a la incapacidad de los partidos políticos de
transformarse, internamente, en forma radical y profunda a su incapacidad de
servir dignamente al país”.
Sostuvo además que el “uso y abuso de la política y del
gran poder” ocasionan un caos socio-político cuya repercusión es la corrupción
que el país ya no tiene condiciones de soportar.
Listas
sábana y control del dinero destinado a la política
En otro momento, observó que el Estado destina cada vez
más recursos a los partidos, “sin compromiso de contrapartida de rendir cuentas,
mientras organizan verdaderas barreras para impedir que se estructuren nuevas
formas de terminar con las anquilosadas y perjudiciales listas sábana que
esconden detrás de su manto» a referentes carentes de ética y de
trayectoria honesta”.
A todas estas cuestiones, sumó el “peligroso oficio de
jugar con fuego autorizando, alegremente, en el presupuesto de la Nación para
que se gaste más de lo que se recauda, lo cual puede desembocar en una gran
inestabilidad política e institucional a corto plazo”.
Nuevamente, lamentó que el mayor perjudicado –como
siempre- sea el pueblo. Por tanto, dijo que es una necesidad imperiosa la
formación integral de líderes políticos honestos, idóneos, en el desempeño de
sus funciones, y eficaces en la gestión del bien común.
“La Iglesia – jerarquía y laicos -, con sus luces y con
sus sombras, en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios,
está llamada también a colaborar con la recomposición de la sociedad, con su
reconstrucción moral mediante la evangelización, el anuncio de la Palabra de
Dios, la formación de la conciencia y de comunidades que celebran los
sacramentos, promoviendo la promoción integral de hombres y mujeres; y
superando sus contradicciones y anti testimonios”, agregó Valenzuela.
Al finalizar la misa, Monseñor habló con la prensa y
destacó positivamente que las autoridades se hayan acercado a él para hablar
sobre los puntos que tocó. Explicó que decidió dividir su discurso, para en la
homilía hacer énfasis en las cuestiones netamente religiosas y luego, al
finalizar, hablar de los reclamos sociales hechos por el pueblo.
En ese sentido dijo que fueron demasiadas las personas
que presentaron sus reclamos, pues es la única oportunidad que tienen para ser
realmente escuchados.