Valenzuela arremetió contra la corrupción y exhortó a justa renegociación en Itaipú

El obispo de la diócesis de Caacupé, Monseñor Ricardo
Valenzuela, reservó las más duras críticas para el final de la misa central en
la Basílica de Caacupé. Leyó una dura carta dirigida al “pueblo paraguayo”.
Primeramente, dijo que “nuestro país vive un período de hondas preocupaciones,
inquietudes y tensiones que afectan a nuestra sociedad en los órdenes político,
económico, social y humano”.

El primer punto de crítica fue la negociación del Anexo
C del Tratado de Itaipú. Al respecto, dijo que los acuerdos internacionales
deben realizarse siempre con miras al bien común superior de la humanidad, pero
sobre todo para favorecer a nuestros compatriotas. Dijo que Paraguay firmó esos
tratados para que los gobiernos de turno obtengan recursos fabulosos de la
venta de energía a precio justo; “no para recibir de lo que sobra de aquel que
pretende acapararlo todo, sino para impulsar proyectos de desarrollo capaces de
mejorar el nivel de vida de la población”, añadió.

Agregó que a lo largo de estos 50 años la firma del
tratado generó indiferencia y desconfianza por parte del pueblo, sobre todo con
respecto a la futura renegociación probable del Anexo C. “Según los expertos,
es una oportunidad brillante de obtener excelentes recursos para impulsar el
desarrollo nacional y salir de la pobreza. Es aquí donde necesitamos mayor
transparencia, más pericia, mejor control, mayor firmeza y estatura moral de
las autoridades para lograr ese objetivo, que ya es un anhelo de todo nuestro
pueblo.

Por tanto, si no actuamos con espíritu de honestidad y
unidad por el bien común, perderemos definitivamente con la futura
renegociación del Anexo C la oportunidad de sacar a nuestro pueblo al menos de
la extrema pobreza. Por ello, para el 2023, solicitamos que los que nos
representan actúen con la máxima claridad, habilidad, hondo patriotismo y de
cara al pueblo”, agregó.

Mucho
dinero en pocas manos

Por otra parte, también puso énfasis en la mala
distribución de las riquezas y en la poca cantidad de ofertas laborales para
los más necesidades. “Dicen las estadísticas que disminuyó un poco la cantidad
de pobres, medidos a partir del ingreso, pero seguimos con más de un millón
ochocientos mil pobres entre nosotros; mientras poquísimas personas acumulan
riquezas que ni siquiera están en condiciones de manejar y controlar y menos
aún de convertirlas en inversiones para generar fuentes genuinas de trabajo
para los miles de desocupados”, manifestó.

En ese sentido, dijo que los profetas no están a favor
de la “lucha de clases”, sino en contra de la indiferencia del que más tiene
hacia el hermano indigente. “Los que tienen la capacidad de amasar inmensas
fortunas están llamados a ocuparse del que no tiene nada o puede menos a través
de inversiones y creación de puestos de trabajo para que todos puedan vivir con
la dignidad de los hijos de Dios”.

También lamentó que haya gran cantidad de jóvenes sin
trabajo, pese a poseer idoneidad y capacidad, lo cual los obliga a emigrar al
extranjero o “engrosar” las planillas políticas del Estado. “Obligados a vender
su conciencia por una insignificante paga y a hipotecar su prestigio y su
talento. ¡Basta de mezquindad con el dinero, basta de acumulación excesiva de bienes
improductivos en manos de pocos! ¡Basta de especular con la necesidad y
angustia de los pobres para despojarlos de sus escasos bienes y empujarlos de
esa forma a vivir cada vez de peor manera!”, fustigó.

El obispo de Caacupé señaló también que no le convence
el dicho de que el paraguayo no trabaja por haragán, puesto que apenan las
interminables filas de ciudadanos que buscan trabajo en los pocos llamados
realizados por el Gobierno. “La mayoría de ellos se retiran frustrados de esas
convocatorias, pues solo hay lugar para unos pocos. Hay rubros inexplotados,
hay demandas insatisfechas y mucha capacidad ociosa, pero así como algunos
tienen la responsabilidad de orientar las inversiones hacia cuestiones
creativas e innovadoras, existe también la responsabilidad dirigencial de los
trabajadores de mantenerse firmes en la exigencia del salario justo y digno
porque, como dice el apóstol Pablo, “el obrero tiene derecho a su salario” (1
Tim 5,18). Recordemos que para la Iglesia la justa remuneración es la esencia
de la ética social, además del derecho a descanso, al seguro y a la pensión de
vejez. No hay que postergar la jubilación”, añadió.

Impunidad
reinante

Asimismo, Mons. Ricardo Valenzuela destacó que es
responsabilidad de los empresarios y los funcionarios del Estado orientar las
inversiones a fines productivos que permitan el crecimiento de una economía,
que hoy se está “nutriendo abusivamente del contrabando, el narcotráfico, la
evasión y la corrupción, males estos que tienen asegurados su continuidad
mediante la impunidad reinante”.

“Ya lo dijo un delincuente recientemente extraditado:
el Paraguay es el paraíso de la impunidad. Allí todo se compra”, lamentó, pero
acotó: «Vamos caminando y mejorando lentamente”.

El
problema de la tierra, sin solución

Por otra parte, también puso mucho énfasis en el
problema del campesinado y la falta de tierras. Dijo que el Indert hoy proyecta
“obras de corrupción y estafas”. “Además, se suma la codicia de empresas que,
expulsando a los ocupantes indígenas y campesinos para poseer todo, terminan
convirtiendo a la tierra en una mercancía valiosa, motivo y causa de
conflictos, represión, y a veces con consecuencias muy dolorosas”, agregó el
obispo.

También dijo que a todo ese conflicto se suma el hecho
de que muchos compatriotas ya han completado el pago de sus terrenos pero
siguen aguardando sus títulos para vivir tranquilos en una propiedad
legítimamente conseguida.

Mons. Valenzuela resaltó que verdaderos “emporios
económicos” siguen creciendo mediante la combinación de la tecnología costosa,
tierra generosa y autoridades complacientes con la degradación ambiental.
“Talan miles de hectáreas, secan ríos y esteros, queman campos y arrojan basura
en cualquier parte, sin consecuencia alguna para los autores. Esto debe
detenerse, el planeta tiene también fecha de vencimiento; no creamos que puede
soportarlo todo”, advirtió.

Por otra parte, el obispo también lamentó que los
funcionarios, “que deberían trabajar con empeño y honradez, siguiendo
directivas precisas de la Constitución”, terminan en la cárcel por hechos de
corrupción en la administración de las tierras públicas o renuncian en medio de
escándalos.

“Señores responsables de la conducción política y de la
conducción económica del país, no pierdan de vista las lecciones de la historia
en materia de hastío social y no dejen de ver la triste realidad de países que
aparentan vivir en el paraíso y que, repentinamente, se ven envueltos en
estallidos sociales con lamentables saldos de valiosas vidas; todo por no tener
la visión y la sensibilidad necesarias con las demandas del pueblo. Esperemos
que nada parecido suceda aquí, porque si llegare a suceder, no podrán sacarse
de encima la responsabilidad moral y política que ello conlleva”, dijo haciendo
a referencia al contexto regional y las crisis que se desarrollan en varios
países de Latinoamérica.

¡Ni
una más!

Saliéndose su la carta redactada y difundida antes de
su lectura ante los fieles, Monseñor enfatizó en la necesidad de eliminar esa
violencia e hizo un llamado urgente a “que no haya ni un solo feminicidio, ni
uno solo”.

“La violencia contra la mujer y las niñas debe parar,
esto debe terminar, ellas nos traen a la vida, son nuestra compañía y apoyo en
los momentos difíciles. También son nuestra ilusión y forman parte de nuestros
sueños. Tienen la sensibilidad que nosotros los hombres no tenemos. Por eso
querido kuimba’e, tratale bien, con delicadeza y con cariño, dedicale una frase
un poema o una postal en su cumpleaños o en cualquier otra ocasión, ya sea tu
abuela, tu madre, tu esposa, tu hija, tu amiga. Es una mujer la más bella flor.
Gracias a ti mujer, a ti que eres fuente de alegría, que nos inspiras y llenas
de amor cada día, que perfumas el aire que respiramos con tu presencia, haces
que la vida sea mucho mejor. Gracias mujer”, declaró y fue largamente aplaudido
por los presentes.

En ese mismo sentido, luego continuó diciendo que es
momento de encarar programas de defensa de las personas vulnerables, mujeres,
niños y ancianos para una mejor atención a sus necesidades esenciales. “Como
Iglesia tenemos la obligación de resguardar efectivamente sus derechos y de
protegerlos solidariamente si fuere necesario hacerlo, ya que el Estado parece
indiferente frente a sus dolores y abandono. Ninguna persona que se precie de
ser católica y venera a la Virgen de Caacupé debe infravalorar y menoscabar el
mérito, la valía y el potencial humano de la mujer como hija, hermana, esposa y
madre”, resaltó.

Imperante
corrupción

Por otra parte, volviendo a los cuestionamientos
políticos, dijo que actualmente estamos en una emergencia nacional que requiere
soluciones y medidas a corto, mediano y largo plazo. Por ello, los partidos
políticos deben reparar lo antes posible el “quiebre del liderazgo y la
persistente inestabilidad, unidos a la incapacidad de los partidos políticos de
transformarse, internamente, en forma radical y profunda a su incapacidad de
servir dignamente al país”.

Sostuvo además que el “uso y abuso de la política y del
gran poder” ocasionan un caos socio-político cuya repercusión es la corrupción
que el país ya no tiene condiciones de soportar.

Listas
sábana y control del dinero destinado a la política

En otro momento, observó que el Estado destina cada vez
más recursos a los partidos, “sin compromiso de contrapartida de rendir cuentas,
mientras organizan verdaderas barreras para impedir que se estructuren nuevas
formas de terminar con las anquilosadas y perjudiciales listas sábana que
esconden detrás de su manto» a referentes carentes de ética y de
trayectoria honesta”.

A todas estas cuestiones, sumó el “peligroso oficio de
jugar con fuego autorizando, alegremente, en el presupuesto de la Nación para
que se gaste más de lo que se recauda, lo cual puede desembocar en una gran
inestabilidad política e institucional a corto plazo”.

Nuevamente, lamentó que el mayor perjudicado –como
siempre- sea el pueblo. Por tanto, dijo que es una necesidad imperiosa la
formación integral de líderes políticos honestos, idóneos, en el desempeño de
sus funciones, y eficaces en la gestión del bien común.

“La Iglesia – jerarquía y laicos -, con sus luces y con
sus sombras, en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios,
está llamada también a colaborar con la recomposición de la sociedad, con su
reconstrucción moral mediante la evangelización, el anuncio de la Palabra de
Dios, la formación de la conciencia y de comunidades que celebran los
sacramentos, promoviendo la promoción integral de hombres y mujeres; y
superando sus contradicciones y anti testimonios”, agregó Valenzuela.

Al finalizar la misa, Monseñor habló con la prensa y
destacó positivamente que las autoridades se hayan acercado a él para hablar
sobre los puntos que tocó. Explicó que decidió dividir su discurso, para en la
homilía hacer énfasis en las cuestiones netamente religiosas y luego, al
finalizar, hablar de los reclamos sociales hechos por el pueblo.

En ese sentido dijo que fueron demasiadas las personas
que presentaron sus reclamos, pues es la única oportunidad que tienen para ser
realmente escuchados.

FUENTE: ABC Color.