¡Basta ya de corrupción!, retumbó en Caacupé

Ante una multitudinaria presencia de los feligreses y las altas
autoridades encabezada por el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, hizo
hincapié en la desigualdad social y económica, emergente de la corrupción
latente en los grandes estamentos de la nación paraguaya.

“Al mirar al interior de la sociedad, nos lastima la acentuada gravedad
de la crisis de la moral pública, privada, de la vida política y la
administración judicial, de la situación de injusticia social y económica”,
dijo tajante.

Valenzuela pidió de manera contundente poner fin a la «desvergonzada
corrupción e impunidad» e instó a no permanecer impasibles ante las
situaciones de injusticia.

“La ley no es igual para todos. Los políticos tienen sometidos a jueces
y fiscales mediante organismos manejados por ellos mismos, estamos al borde de
la justicia por manos propias” reflexionó el religioso, mientras era aplaudido de
forma incesante por los presentes en la Santa misa en honor a la Virgen de
Caacupé.

El presidente Mario Abdo Benítez, acompañado de su esposa Silvana López
Moreira, se mantuvieron de pie durante todo el oficio religioso. Tanto Marito
como Silvana portaban en sus manos un pañuelo celeste.

Por momentos, Abdo Benítez demostró incomodidad ante el encendido discurso
del monseñor Valenzuela. Durante la misa, el presidente se mantuvo extremadamente
serio y no acompañó ninguna de las oraciones litúrgicas, como sí lo hizo su
esposa Silvana.

Extrema violencia e inseguridad

Al tiempo de insistir al Poder Judicial a recuperar la credibilidad, sostuvo
que existe un malestar general de la ciudadanía ante la falta de enfoque en los
temas centrales tales como la falta de oportunidades, la violencia y la
inseguridad. «¡El pueblo está cansado!», exclamó ante la mirada fija
del mandatario y su gabinete.

Líder íntegro y honesto

En su extensa homilía, el religioso también apuntó a los malos frutos
que acarrea la falta de liderazgo en la conducción del país, realizando un
especial enfoque en la falta de integridad moral y honestidad.

«No hay árbol que empiece a morir de raíz», ejemplificando que
lo mismo ocurre con todas las instituciones públicas y hasta en las empresas
privadas.

«Un líder sin integridad, ni honestidad, es un líder débil, que en
cualquier momento se quiebra y se deshace porque acepta regalos y pierde toda
capacidad de mando e influencia», sostuvo.

Mea culpa de la Iglesia

Bajo el lema de este año «Abrazarse a Cristo Jesús»,
Valenzuela habló sobre los jóvenes y su falta de temor al sacrificio por los
demás.

El monseñor Valenzuela admitió que este año fue muy agitado para la
Iglesia Católica, donde algunos religiosos se apartaron del Evangelio
cometiendo abusos contra menores.

«La vida de sacerdotes y religiosos no siempre corre por los cauces
del Evangelio. Nos apartamos de ellos por nuestros errores y lo que es más
grave por la comisión de delitos como los abusos de menores. Por ello, una vez
más pedimos perdón, rogando que los delitos se denuncien ante la Justicia. La
Iglesia no es un lugar para delinquir», afirmó de manera tajante.